EVASION

Sólo el reconocimiento de la verdad y la aceptación de la realidad, nos hace libres. ¿Cuál es el medio para lograrlo? La respuesta está en la práctica de todas las virtudes, la búsqueda sincera de Dios y el cumplimiento de la propia vocación, la orientación hacia la realidad total que supone el afán de santidad.

Es predominante la búsqueda de motivos justificativos del propio proceder evasivo. Alcanza de los casos más toscos y primarios a los más depurados, siempre que falte la aceptación de las debidas exigencias de la realidad.

Características

su profunda raíz está, de ordinario al menos, en el propio sujeto que, o no acepta ser ni aparecer como es ni ser así apreciado por otros, o no empeña valerosamente sus potencialidades para debidamente superarse

PROCESO

En la evasion son designables el fin pretendido, el impulso y motivos para procurarla, y el empleo de medios conducentes De los tres componentes el primero o fin pretendido es claramente advertible por el sujeto al darse cuenta del desagrado, sentido ya o previsto, y del bienestar afectivo perdido o que peligra. La actual tendencia a conjurar el mal no es menos advertida e, igualmente que su brotar, se debe a los hechos que sería penoso acometer; aquí, con todo, entra ya el claroscuro sobre detalles, grados, matices de la situación subjetiva respecto de los motivos.

EXISTENCIAL

Con ámbito humano general, se ha llamado a la e. en el trance de afrontar la muerte. Se reprocha vivamente el rehuir aun su evocación, con la entrega a la frivolidad de lo pasajero. Se ha condenado también como e. por ficción, con nombre de fe, la renuncia a aceptar en la muerte, la total aniquilación o, al menos, la absoluta ignorancia o incertidumbre del futuro; dictamen claramente erróneo ante la reflexión realista intelectual, aun aparte de la enseñanza cierta de la Revelación sobrenatural.

RESULTADO

Es de capital importancia preguntarse el porqué de la e. en su raíz e instancia última, la pretendida autojustificación frente a lo debido esquivado, sobre todo ético. El resultado es el autoengaño. Es evidente, y lo subrayan todos, que en el empleo de estos procedimientos no ha de confundirse lo recto con lo evasivo, sea éste patológico o egoísta. El debido esparcimiento, llamado a veces impropiamente e., la ficción en la inventiva estética, son de plena normalidad y rectitud. La autojustificación por razones objetivas es estricta realidad, no es su deformación; en ésta, por subjetivismo, es patente el contraste entre la clara apreciación de cualquier observador y la ciega terquedad del autoengañado. Igualmente, el afrontar el riesgo ha de ser según las exigencias de la realidad, no del capricho, la temeridad o el desvarío.

Es una liberación a ocultas e injustificada, expresa el eximirse de sentimientos molestos no afrontando las debidas exigencias de la realidad a que aquéllos son anejos.

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