COCCIDIOIDOMICOSIS.

DISTRIBUCIÓN MUNDIAL.

En EUA la zona endémica se considera la parte sur: Arizona, California, Nevada, Nuevo México, Utah y Texas. En México hay tres zonas endémicas, una en la franja fronteriza norte que abarca Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, así como parte de Durango, Zacatecas y San Luis Potosí; la otra zona, en el litoral del Pacífico que incluye Sonora, Sinaloa y Nayarit y finalmente, pequeñas zonas semidesérticas en Colima, Michoacán y Guerrero. Se han descrito otras zonas endémicas de menor importancia en: Guatemala, Honduras, El Salvador, Venezuela, Paraguay, Colombia, Argentina y Brasil.

ORIGEN.

El primer caso de coccidioidomicosis fue reportado en 1892 en Argentina, era un soldado de las pampas argentinas en la región del Chaco que presentaba tumores y úlceras de piel de 4 años de evolución.

TAXONOMÍA

Reino: Fungi
Phylum: Ascomycota
Orden: Onygenales
Familia: Onygenaceae
Género: Coccidioides.
Especies: immitis, posadasii

TAMBIÉN CONOCIDA COMO:

También conocida como:
Fiebre de San Joaquín.
Fiebre del Valle de San Juan.
Fiebre del Desierto.

¿QUÉ ES LA COCCIDIOIDES IMMITIS?

La coccidioidomicosis (también llamada Fiebre de San Joaquín o Fiebre del Valle de San Juan) es una enfermedad producida en personas y animales por hongos dimórficos del género Coccidioides. Se caracteriza por lesiones granulomatosas en pulmón con posterior diseminación a tejido óseo, piel o sistema nervioso central, aunque se tienen reportes de identificación en prácticamente cualquier órgano del cuerpo humano.

CARACTERÍSTICAS.

La esférula madura mide 20–150 µm de diámetro con un número variable, de pocas a cientos de endosporas de 2–4 µm de diámetro.
Están bien equipados contra las barreras de defensa del hospedero. La parte exterior de la pared del conidio, derivada de la pared de la hifa original, es una envoltura hidrofóbica, adaptada para la dispersión aérea a partir del suelo, y también sirve como protección pasiva contra la destrucción de las enzimas y productos oxidativos liberados por las células de defensa del hospedero, y por lo tanto contribuye a la sobrevivencia del patógeno

COCCIDIOIDES IMMITIS

BIBLIOGRAFÍAS UTILIZADAS.

TRATAMIENTO.

Los fármacos que han demostrado alta sensibilidad y ofrecen una buena respuesta en los casos de coccidioidomicosis son: anfotericina B, ketoconazol, itraconazol y fluconazol.
El tipo de tratamiento debe individualizarse; oscila entre el reposo y medicamentos sintomáticos como analgésicos, antipiréticos y antitusivos en casos benignos, hasta la lobectomía o resección segmentaria cuando se detectan signos y síntomas pulmonares localizados y graves.

MENÍNGEA.

Meníngea. La complicación de la infección diseminada más grave es la meningitis. Usualmente involucra las meninges basales; el examen del líquido cefalorraquídeo suele revelar pleocitosis mononuclear, hipoglucorraquia y elevación de proteínas. Es importante establecer el diagnóstico e iniciar el tratamiento de inmediato; sin éste, 90% de los pacientes mueren el transcurso del primer año.
Las manifestaciones tempranas incluyen cefalea, vómito, datos de meningitismo, alteraciones en el estado mental y neuropatías craneales. La tasa de mortalidad es muy elevada.

CUTÁNEA.

Cutánea. La piel es el sitio más frecuente de coccidiodomicosis diseminada. Se presenta habitualmente semanas/meses después de la infección primaria pulmonar a través de vía hematógena. Las lesiones son variadas: pápulas, nódulos, placas verrugosas, vegetantes, pústulas, úlceras. Pueden ser únicas o múltiples.
Otras manifestaciones cutáneas, de tipo reactivo, sin presencia de formas fúngicas, incluyen: eritema nodoso, exantema agudo ("tóxico"), eritema morbiliforme, dermatitis granulomatosa intersticial y el síndrome de Sweet (dermatosis neutrofílica febril).

Coccidioidomicosis (Coccidioides Immitis), Romero Cortés Diana Alejandra, ENEO, LEO, 2207, Asesor Víctor Valverde Molina.

EPIDEMIOLOGÍA.

La incidencia de esta micosis varía con la estación del año, agudizándose en los meses de verano. En EUA se calculan de 45,000 a 80,000 casos por año, Cerca de un 60% de las infecciones agudas no producen síntomas y la enfermedad sólo es reconocida por la prueba cutánea de coccidioidina o esferulina positiva. Incluye especies dimórficas que crecen como moho en el suelo y como esférula/endóspora a temperatura corporal humana. En la naturaleza, el hongo se encuentra en suelo o aire de las áreas endémicas.

FACTORES DE VIRULENCIA.

La gran cantidad de endosporas que son liberadas por cada esférula y que cada una de ellas es una esférula potencial, y la substancia ‘mucilaginosa’ que envuelve a las endosporas cuando estas emergen de la esférula, la cual actúa como protección contra los fagocitos del hospedero.
Otros procesos bioquímicos probablemente implicados en la virulencia incluyen: la participación de grupos sulfidhrilo y disulfato, receptores hormonales y proteinasas tanto intra como extracelulares (elastasas, colagenasas y ureasas).
La formación de granulomas también es considerada como un factor de virulencia.

SÍNTOMAS.

Esta condición se pueden clasificar en tres formas como por los síntomas – aguda, crónica y diseminada.

AGUDA: fiebre, dolor de cabeza, escalofríos, debilidad, dolor de pecho, dolor en las articulaciones y erupciones cutáneas. Si la persona infectada no desarrolla ningún síntoma, la enfermedad puede ser diagnosticada sólo a través de la piel o una prueba de sangre. Una rutina de rayos X pueden ayudar a detectar algún nódulo en el pulmón. Si la persona infectada desarrolla síntomas graves, por lo menos seis meses de tratamiento es necesario para la recuperación.

CRÓNICA: Por lo general ocurre en personas con diabetes y aquellos con el sistema inmunológico débil. Los síntomas incluyen fiebre, tos, expectoración con tintes de sangre, tos y nódulos en el pulmón. Los que no logran recuperarse de la fiebre del valle aguda también pueden desarrollar la variante crónica.

DISEMINADA: fiebre es la propagación de la infección de los pulmones a otras partes del cuerpo como la piel, los huesos, el hígado, el cerebro, el corazón y la médula espinal. Produce síntomas como lesiones en la piel, nódulos, articulaciones hinchadas y dolorosas lesiones en el cráneo, los huesos y la columna vertebral y la meningitis.

CUADRO CLÍNICO.

Sesenta por ciento de los sujetos que se infectan con Coccidioides, presentan un cuadro indistinguible de una infección banal de vías respiratorias superiores, la única evidencia de infección en este caso suele ser la conversión de la prueba cutánea con coccidioidina o esferulina. En el resto de los casos, la sintomatología aparece después de aproximadamente tres semanas de haber adquirido la infección. La presentación típica se caracteriza por la presencia de síntomas generales (fiebre, diaforesis, anorexia, artralgias) y respiratorios (tos, expectoración, dolor pleurítico). Con frecuencia se presentan diversos tipos de dermatosis, principalmente eritema nodoso o eritema multiforme.

FORMAS CLÍNICAS.

La infección con Coccidioides usualmente sigue a la inhalación de los artroconidios. De manera esporádica, la introducción traumática del organismo en la piel permite la infección y enfermedad. En ambos casos, los ganglios linfáticos regionales se ven frecuentemente involucrados.

ESCALA DE LA SINTOMATOLOGÍA
Pacientes sin síntomas 60%
Con síntomas de leves a moderados 30%
Con complicaciones 5–10%
Letales 1%

MORFOLOGÍA.

Es un hongo dimórfico, aunque algunos autores prefieren describirlo como un hongo difásico y multimórfico debido a las diferentes etapas de su desarrollo.
La fase micelial con producción de artroconidios es la forma encontrada en la naturaleza, en los cultivos de laboratorio e infrecuentemente en tejidos del hospedero infectado. Cuando los conidios son inhalados, se convierten en esférula/endospora (fase parásita) en el hospedero mamífero infectado.

VÍA DE INFECCIÓN.

La vía de infección es aérea, a través de la inhalación de los artroconidios (propágulos infecciosos del hongo) por parte del hospedero mamífero. La coccidioidomicosis no se transmite de persona a persona o de animal a persona y hasta el momento no se conoce ningún vector en la transmisión de la enfermedad. La dosis infecciosa es desconocida y se sabe que los artroconidios pueden sobrevivir durante meses o años en el suelo. La incubación de la enfermedad es de una a cuatro semanas.

Se presenta en cualquier sexo o edad. La infección depende de la exposición al hongo por lo que el riesgo de adquirir la enfermedad es más frecuente en aquellas personas que visitan o habitan en áreas endémicas y principalmente relacionadas con actividades y profesiones que impliquen erosión del suelo (soldados, trabajadores agrícolas, arqueólogos, albañiles, constructores y deportistas); por supuesto, el personal de laboratorio también se considera susceptible a la infección. Las mujeres embarazadas son propensas a la diseminación de la infección, con un riesgo mayor durante el segundo y tercer trimestres. La micosis es particularmente severa en condiciones de inmunodepresión (transplantes de órganos, SIDA, diabetes, terapias largas con glucocorticoesteroides).

OSTEO ARTICULAR.

Osteo-articular. Los huesos y las articulaciones (especialmente las rodillas, vértebras y muñecas) son otros sitios frecuentes de diseminación. Los cambios óseos y articulares causados por la coccidioidomicosis se aprecian en radiografías y mediante tomografía axial computarizada.

PULMONAR.

Pulmonar. Los pulmones son casi siempre el foco primario de infección. Los signos y síntomas asociados, ordenados en forma de frecuencia descendente son: tos, fiebre, malestar general, erupciones cutáneas, irritación en la garganta, cefalea, artralgias y/o mialgias. La anorexia, pérdida de peso y sudoración nocturna se presentan con menor frecuencia. Estos datos son muy similares a los presentados en varias otras enfermedades. El dolor torácico, algunas veces severo, se presenta en el 75% de los pacientes sintomáticos.
Aproximadamente el 5% de los casos se asocia neumonía y desarrollo de nódulos en pulmones.
Las lesiones pulmonares en el estado agudo, detectadas por imagenología, son muy similares a aquellas encontradas en otras enfermedades, principalmente tuberculosis y neumonía bacteriana.