Si ño Nicasio estaba de buen humor , se extendía en largas charlas de amores acerca de su madre y de su padre.
Se acomodo bien, le tiro un machetazo por la espalda y le abrió la cabeza como un coco. Nada más.
Nicasio Sangurima , el abuelo, era de raza blanca, casi puro, solia decir que es hijo de un gringo. Tenia el pelo azambado, revuelto revuelto en rizos prietos.
El cadáver estaba tendido sobre la estera desflecada, más corta que el cuerpo del muerto.
Estábamos en el velorio bastantísima gente. Porque pintado, a pesar de lo malo que era, era bien amiguero,
A pesar el sol y de los vientos quemadores su piel conservaba un fondo de albura.
A lo que este contaba, el gringo aquel de su padre apretó el nudo que al fin consiguió lo que pretendía.