Pero cuando ambos coinciden hay una unidad en el pensamiento de proyectar una vida en común: casarse, tener hijos, etc. En ese marco, se termina por ampliar el proyecto de vida y además se lo va construyendo a la par con otra persona, y ya no de forma personal, por lo menos en aquellos aspectos compartidos.
Un proyecto de vida es tan importante que hasta puede llegar a motivar una crisis personal si es que se llegó a determinada edad y se percibe que nada de lo soñado o planteado salió como se pensó. Ahora bien, es importante que señalemos que las crisis que puedan desencadenarse en este sentido también pueden ser buenas porque marcan un reajuste interno del cual pueden derivarse conclusiones que ayuden a propiciar cambios positivos.
El proyecto de vida es individual, sin embargo, existen momentos en los que el proyecto de una persona se cruza con el camino de otra. Así sucede, por ejemplo, en el caso de formar una pareja.
Cuando dos proyectos de vida no son compatibles, entonces, surge un problema difícil de concicliar. Es decir, si uno de los dos quiere casarse por la iglesia pero el otro no quiere hacerlo, si uno quiere tener hijos y el otro no, si uno apuesta por un estilo de vida más materialista mientras que el otro tiene valores más espirituales, entonces, no existen puntos en común y es difícil encontrar puentes que actúen como un nexo de unión entre dos personas distintas.