par RUTH CABRITO GARCIA Il y a 7 années
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HABILIDADES SOCIALES PARA UN FUTURO TECNOLÓGICO
En los comienzos del siglo XXI son muchas las voces que se alzan para pedir una revisión en profundidad de los sistemas educativos. Es habitual encontrar opiniones que coinciden en que la educación actual está formando personas para un mundo futuro que desconocemos y para profesiones que aún no existen pero utilizando métodos y patrones de formación que responden más a necesidades del pasado que del futuro.
Pero realmente, ¿No ha sido siempre así? ¿No es la educación una práctica social que forma a personas en un momento concreto de sus vidas para que afronten retos en momentos futuros de las mismas?
Quizás la diferencia radical entre las necesidades educativas del pasado y las del presente resida en que, aunque el futuro es siempre una incógnita, hasta finales del siglo XIX el futuro podía ser más previsible. Los cambios sociales y tecnológicos acontecían con menor rapidez y las miradas al pasado devolvían una visión de la vida más estable entre generaciones. Sin embargo, cuando miramos hacia nuestro reciente pasado siglo XX, reconocemos un panorama repleto de cambios, inventos, avances y desarrollos tecnológicos. En un siglo, a lo sumo en dos, los avances tecnológicos, científicos y sociales han sido superiores a los acontecidos en toda la historia anterior de la humanidad.
Actualmente creemos que este crecimiento seguirá siendo exponencial por lo que se prevé un ritmo de cambio aún más acelerado para las próximas décadas. Es lógico pensar, por tanto, que la educación deba dar una respuesta de preparación ante un futuro incierto con una mayor rapidez a como lo ha estado haciendo hasta ahora.
En pocos siglos de revoluciones industriales, nos hemos dado cuenta de cómo los seres humanos somos capaces de incorporar con suma rapidez en nuestras vidas todos estos desarrollos tecnológicos. Aunque esto no esté exento de desequilibrios cuyas consecuencias también estamos padeciendo como nuevas enfermedades derivadas de ritmos de vida acelerados, superpoblación o deterioro medioambiental.
También creemos hoy en día, que los avances futuros traerán, además de la posibilidad de ahondar en estos desequilibrios, nuevos cambios que cuestionarán de forma aún más profunda nuestros estilos de vida, principios y valores.
No solo la educación, el mismo ser humano puede que no esté preparado para afrontar los cuestionamientos éticos que traerán consigo los avances del futuro. Por ello, la educación del presente para el futuro debería enfocarse no solo en las competencias tecnológicas que le hagan hábiles para diseñar y aceptar los avances técnicos sino también en competencias humanistas que le ayuden a analizar y reflexionar sobre los mismos cambios y sus consecuencias.
Igualmente, las nuevas tecnologías de la información han abierto la puerta a como el pensamiento y la acción colectiva son la clave del desarrollo futuro. Nada de lo que va a ocurrir lo harán personas individuales o héroes en solitario sino comunidades de personas, equipos en colaboración, grupos de trabajo, por lo que también se hace imprescindible la educación en competencias sociales y relacionales.
Quizás ahora más que nunca respecto a otras épocas de evolución de la humanidad, necesitamos dotarnos de fortalezas que nos ayuden a mantener el equilibrio entre nuestra naturaleza humana y relacional que nos permite sobrevivir gracias a la vinculación con otros seres humanos y los nuevos desarrollos tecnológicos que probablemente transformarán esa naturaleza humana.
La educación no puede obviar los tres ámbitos en los que se despliegan los vínculos humanos: con uno mismo (Autoliderazgo), con los demás seres humanos (Comunicación) y con el resto de las formas de vida en la Tierra y la naturaleza entera (Cuidado Medioambiental). Revalorar y consolidar estos anclajes en estos tres ámbitos, facilitará el desarrollo de los valores éticos y humanos del nuevo vínculo que el ser humano del siglo XXI establecerá con la tecnología.
COMUNICACIÓN
El lenguaje es la herramienta más poderosa que ha creado el ser humano. Ha sido una ventaja evolutiva que nos ha ayudado a transformar el mundo para asegurarnos nuestra supervivencia. El habla nos pone en contacto con los demás, nos permite transmitir nuestras ideas y pensamientos y en esa interacción, la capacidad de transformación humana se multiplica. Las profesiones el futuro requerirán aún más de la interacción de profesionales especialistas en disciplinas múltiples con visiones de la realidad diferentes. La capacidad de manejar adecuadamente nuestra comunicación será fundamental: Expresarnos eficazmente, escuchar con atención, trabajar en equipo, influir en los demás, llegar a acuerdos negociados, poner nuestras ideas al servicio de los demás, son habilidades que forman parte de la comunicación humana.
El futuro que nos espera dentro de 50 años
Lo peor:
¿Lo mejor?
CUIDADO MEDIOAMBIENTAL
Nada de lo que queramos ser o hacer ahora o en el futuro puede estar desligado de la realidad física del mundo que nos acoge. Es necesario revertir el deterioro medioambiental que hemos provocado y buscar medios alternativos de vivir en armonía con la vida en la Tierra. Muchas de las profesiones del futuro estarán vinculadas de una manera u otra al cuidado del planeta, a la explotación sostenible de sus recursos, al desarrollo de fuentes de energía respetuosas, a la innovación en movilidad no contaminante, a la mejora de las condiciones de vida y la salud. En este ámbito del cuidado de nuestro entorno, ante los retos actuales y futuros derivados del progreso humano, es donde más se necesita desarrollar las habilidades de resolución de problemas complejos aplicando nuestra creatividad.
AUTOLIDERAZGO
Las primeras habilidades que tenemos que desarrollar, forman parte de lo intrapersonal: lo que ocurre dentro de nosotros. La primera transformación humana es dentro de uno mismo. Estamos anticipando ya que el desarrollo tecnológico nos enfrentará a retos de carácter ético. Situaciones donde tendremos que reflexionar sobre los valores y los principios que nos guían individual y socialmente. Autoliderar nuestras vidas requiere reflexión sobre cuáles son las estructuras en las que nos sostenemos como personas, cuales son nuestros valores, como asumimos la responsabilidad individual sobre nuestras vidas y el nivel de conciencia con el que tomamos decisiones y actuamos. Autoliderarnos supone tomar las riendas de nuestra vida: tratar de vivir de una manera equilibrada, cuidar de nuestro cuerpo y de nuestra mente, gestionar nuestras emociones, tomar decisiones acertadas, desarrollar un pensamiento crítico que nos lleve a tener una actitud reflexiva ante los acontecimientos que nos rodean y entender que en un mundo cambiante somos responsables de nuestra permanente actualización y aprendizaje.