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por YAXUMI MORA OLAYA hace 3 años

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La reflexión filosófica sobre la belleza.

La relación entre arte y moralidad ha sido un tema recurrente en la filosofía estética. Según el esteticismo, el arte se sitúa por encima de la moralidad, y su experiencia debe ser la principal prioridad, sin interferencias morales.

La reflexión filosófica sobre la belleza.

La reflexión filosófica sobre la belleza.

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Belleza natural y belleza artística

De este modo, la estética naturalista supone un mundo material de proporciones que el artista imita y reproduce. Un aspecto de tal imitación es la producción física y otro es la reproducción artística.
El artista intenta reproducir dicho canon aplicando su esfuerzo y disciplina. Cuando más adaptada al modelo es la obra de arte, tanto más bella parece y más mérito se le atribuye.
Cuando un artista realiza una obra la elabora ateniéndose a un canon de belleza, es decir, un modelo ideal que se establece como norma para los maestros de la rama artística correspondiente.
Considera que el arte imita a la naturaleza, que la belleza del arte es el resultado de la imitación de la belleza natural. La tarea del arte es reproducir, imitar, copiar y trasladar a su obra el orden, la perfección, la proporción y la armonía que hay en la naturaleza.
La cuestión de la relación entre la belleza natural y la belleza artística ha sido objeto de controversia a lo largo de la historia, dando lugar a la aparición de tres grandes tradiciones: naturalismo, esteticismo e interaccionismo.

Arte y genio

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Ciertamente, todo proceso de aprendizaje lleva consigo una cierta imitación. Pero lo que hace el genio es, en todo caso, seguir las orientaciones de otros genios; es en este sentido en el que decimos que los productos del genio son modelos y ejemplares para que puedan ayudar a otros genios.
Imaginación. Es necesario considerar la imaginación como una característica absolutamente imprescindible de la genialidad. Sin duda alguna, constituye su cualidad esencial, aunque no conviene identificar plenamente imaginación y genio.
Razón-genio-locura. “Es raro encontrar mucho genio unido a mucha razón; por el contrario, un talento genial está sometido muchas veces a vivos afectos y a pasiones poco razonables”. La persona prudente nunca será genial, y el genio será el ser más ajeno al individuo prudente.
Melancolía e infantilismo. Otra de las condiciones del genio es la melancolía. Frente al individuo vulgar que suele generar seguridad en su enfrentamiento continuo a la realidad, el genial sucumbe, a menudo, en el decaimiento y la nostalgia, ya que se percata claramente de las miserias de la vida humana.
Para los griegos, el estado ideal de creación artística consistía en el “endiosamiento”, esto es, en el hecho de que el artista se convertía en un médium a través del cual la diosa o musa se manifestaba y expresaba.

Algunas concepciones del arte

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El concepto filosófico de belleza es caracterizado por la idea, que sólo puede ser comprendida por el hombre, en tanto que posee logos. Pero lo que es bello únicamente lo es porque participa de la idea suprema de lo bello. Lo bello en sí es una idea y las cosas bellas una participación de la idea; a través del eros, el hombre llega, desde las cosas bellas, al conocimiento de la verdadera belleza.
La belleza ontológica es aquella concepción que, partiendo de Platón, llega hasta la filosofía medieval y se distingue por identificar la belleza con la bondad y, sobre todo, con la verdad y la perfección; en cambio, la belleza estética representa preferentemente una actitud subjetiva de vivencia de lo bello. En Platón el fundamento de su teoría de lo bello no es otro que la teoría de las ideas.
Dos son, en efecto, las perspectivas básicas desde la que se ha observado lo bello a lo largo de la historia: lo bello ontológico o belleza ontológica y lo bello estético o belleza estética.
Hay dos concepciones de la belleza que corresponden a las dos perspectivas fundamentales de la filosofía griega: la platónica y la aristotélica.
Para los griegos, la belleza es una forma de vida, es la menta fundamental de la vida humana. La belleza pertenece a la Naturaleza, a la vida y, por supuesto, también al arte.

Arte y moralidad

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El interaccionismo los valores estéticos y morales tienen distintas funciones que realizar en el mundo, pero no actúan independientemente unos de otros: de hecho, el arte y la moralidad están íntimamente relacionados, y ninguno de los dos actúa plenamente sin el otro.
Según el esteticismo la moralidad es la criada del arte y no al revés. La experiencia del arte es la suprema experiencia accesible a la humanidad, y nada debería interferirla. Si entra en conflicto con la moralidad, tanto peor para la moralidad; y si las masas no saben apreciarlo o no admiten la experiencia que se les ofrece, tanto peor para las masas.
Cuando el arte no afecta mayormente al pueblo, se considera un placer inocuo, un lujo, una evasión; pero cuando le afecta, se convierte en algo insidioso y hasta subversivo, que perjudica a la infraestructura de nuestras creencias y actitudes sociales más estimables.
Puede existir entre arte y moralidad una relación digna de ser considerada. A este respecto, se han desarrollado varias posturas históricas.
El juicio estético no es un juicio moral; y el valor de una obra de arte en cuanto objeto estético no tiene nada que ver con su valor de edificar a los lectores o mejorar su carácter moral, que pueden ser efectos de la lectura de obras artísticas, pero sin que los tengamos en cuenta al juzgar buena una obra de arte.

Arte y verdad

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Pero una vez convencido el crítico de que el personaje en cuestión no se comportaría en la forma descrita por el autor, rechazará la caracterización (al menos con respecto a tal acto o motivación) como insostenible; y su juicio negativo sobre la verdad de la caracterización redundará en un juicio desfavorable de la obra.
Esto significa que el empleo de esa afirmación (no la afirmación per se) en ese caso concreto, acompañado (en la expresión verbal) de ciertos gestos y tonos de voz especiales, implicaba una proposición en el sentido de que nos permitía deducirla: nos autorizaba para inferir ciertas proposiciones que no habían sido formuladas explícitamente.
Pero de mayor interés o importancia son aquellas proposiciones (muchas de las cuales pueden ser también verdaderas) que se hallan implícitas, en vez de explícitamente formuladas.
Hay muchas proposiciones explícitamente formuladas en las obras de literatura, y sólo en la literatura, porque sólo ella utiliza las palabras como medio. Ahora bien, dado que toda proposición es verdadera o falsa y dado que la literatura contiene muchas proposiciones, el arte literario debe contener verdad en este sentido obvio.
Un juicio estético no es un juicio sobre la bondad o maldad de algo en sentido moral, ni tampoco sobre la verdad o falsedad de las afirmaciones. Sin embargo, las obras de arte –especialmente las de literatura– tienen cierta relación con la verdad.

Teorías del arte

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Excitación emotiva, cuya naturaleza y origen él mismo desconoce, hasta que logra dar con alguna forma de expresarla; lo que implica ponerla en presencia de su mente consciente. Este proceso va acompañado de sentimientos de liberación y ulterior comprensión.
Muchos críticos han sostenido que, aparte de satisfacer las exigencias formales, la obra de arte debe en algún modo ser expresiva, especialmente de los sentimientos humanos. Esta concepción se concreta en la teoría del arte como expresión.
“El arte es expresión de los sentimientos humanos” es una fórmula consagrada. Sin embargo, los filósofos deben preguntarse qué significa dicha fórmula. El término “expresión” puede referirse tanto a un proceso emprendido por el artista como a una característica del producto de ese proceso.
Sólo las propiedades formales son importantes para el valor estético. Y, por tanto, la emoción estética es sólo una respuesta a las propiedades formales.
Es irrelevante para la apreciación estética la representación, la emoción, las ideas, y todos los otros “valores vitales”. Sólo admite los valores “del medio”, que en el arte visual, por ejemplo, son los colores, las líneas y sus combinaciones en planos y superficies.

Contextualismo “versus” aislacionismo

Ese conocimiento debe ser un medio, y la apreciación enriquecida un fin; y no al revés, como sucede cuando la obra de un artista se utiliza simplemente, por ejemplo, para formular algunas tesis en teoría psicoanalítica. Los hechos concernientes a la vida del artista deberían utilizarse para “ilustrar” la obra.
Cierta familiaridad con los convencionalismos, limitaciones o idiomas utilizados por el artista, permite a menudo una mejor comprensión de su obra y nos coloca en una posición mejor para apreciarla, que la mera posesión de conocimientos ajenos a ella; y, negativamente, el conocimiento de factores de este tipo nos ayudará a evitar entenderla o interpretarla equivocadamente.
Frente a esta posición, el contextualismo sostiene que una obra de arte debería considerarse en su contexto o marco total; y que los muchos conocimientos históricos o de otro tipo “enriquecen” la obra, haciendo la experiencia global de ella más completa que observándola sin tales conocimientos.
Cuando resulta necesario hacer esto, la obra de arte no es autosuficiente y, en consecuencia, es estéticamente defectuosa
El aislacionismo es la concepción de que, para apreciar una obra de arte, no necesitamos sino contemplarla, oírla o leerla –a veces reiteradamente, con la mayor atención–, y de que no es necesario salir de ella para consultar los hechos históricos, biográficos o de otro tipo.

Aspectos de las obras de arte

Los valores sensoriales y formales son ambos del medio, se refieren a lo que la obra de arte contiene en su propio medio, es decir, los colores y figuras, los tonos y silencios, las palabras y su disposición en un poema.
La forma tampoco se refiere a la forma estructural, como ocurre en la lógica o en las matemáticas, cuando hablamos de diferentes argumentos o de distintas fórmulas dentro de la misma forma. Verdad es que muchas obras de arte tienen, sin duda, ciertas propiedades estructurales comunes, y en este sentido hablamos de “formas de arte”, como las composiciones musicales en forma de sonata.
La apreciación de los valores sensoriales queda pronto implicada en la apreciación de los valores formales. No permanecemos mucho tiempo embelesados con la cualidad de los tonos o los colores aislados, sino que advertimos pronto las relaciones entre esos elementos.
En la apreciación de los valores, las complejas relaciones formales dentro de la obra de arte no son objeto de atención; ni tampoco lo son las ideas o emociones que la obra artística pueda encarnar.
Los valores sensoriales de una obra de arte (o de la naturaleza) son captados por un observador estético cuando disfruta o se complace con las características puramente sensoriales (no sensuales) del objeto fenoménico.

Filosofía del arte

Ha de ser fuente de placer a través de la imaginación. En la vida diaria, el deseo se ocupa de objetos reales y se satisface mediante una serie de actos conducentes a una meta que implica interacción con el entorno; pero en el caso del arte, el deseo se aplaca en la presente experiencia dada.
La característica más sostenible de las bellas artes no es lo que intentaron hacer sus autores, sino cómo actúan hoy en nuestra experiencia. Así, las obras incluidas en las bellas artes pueden definirse como aquellos objetos hechos por el hombre que, de una manera absoluta o primaria, actúan estéticamente en la experiencia humana.
Las bellas artes pueden distinguirse del arte en sentido amplio, diciendo que los objetos de las mismas fueron creados para ser vistos, leídos o escuchados estéticamente.
Se ocupa de una clase de objetos muchos más limitada que el inmenso conjunto de cosas hechas por el hombre y se ocupa de las cosas hechas por el hombre sólo en cuanto pueden ser contempladas estéticamente.
En su sentido más amplio, el arte incluye todo lo hecho por el hombre, en contraposición con las obras de la naturaleza. La cualidad de estar echo por el hombre constituye una condición necesaria para que un objeto sea denominado una obra de arte.

Lo estético

El estado estético supone una concentración intensa y completa. Se necesita una intensa conciencia perceptiva; y tanto el objeto estético como sus diversas relaciones internas han de constituir el único foco de nuestra atención.
La forma estética de observar es también ajena a la forma personalizada de hacerlo, en la que el observador, en vez de contemplar el objeto estético para captar lo que le ofrece, considera la relación de dicho objeto hacia él.
La actitud estética es también contrapuesta a la actitud cognoscitiva; no es lo mismo contemplar una obra de arte por placer, que contemplarla por intereses cognoscitivos (¿Qué técnica empleó el autor en este cuadro?).
Así, quienes se interesan por el arte en razón de algún objetivo profesional o técnico, están particularmente expuestos a distanciarse de la forma de contemplación estética propia del que lo hace por simple placer.
La actitud estética, o la “forma estética de contemplar el mundo”, es generalmente contrapuesta a la actitud práctica, que sólo se interesa por la utilidad del objeto en cuestión.

El concepto de “belleza”

La percepción de la belleza es algo específicamente humano de tal manera que el momento de la subjetividad es inseparable de la definición de la belleza.
Aunque pueden darse algunas divergencias, siguen gozando de especial consideración las que ya vinieron definidas en el mundo clásico griego y fueron recogidas por Platón: orden, medida, proporción, equilibrio, luminosidad.
La belleza es considerada como una cualidad o una propiedad de las cosas, que hace que los hombres las contemplen con deleite o satisfacción.
Aquí la belleza era tenida como algo “objetivo”; posteriormente, con la comprensión de la subjetividad de la experiencia estética y de la belleza, aparece la relativización del concepto.
El concepto de “belleza” etimológicamente significa “brillar”, “aparecer”, “ser visto”. Históricamente no comenzó siendo aplicado a la teoría estética ni a la filosofía del arte, sino que apareció en el contexto de la metafísica, considera como uno de los trascendentales del ser.

La experiencia estética

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Cuestiones estéticas se relacionan específicamente con el arte: ¿Qué es la expresión artística? ¿Existe verdad en las obras de arte? ¿Qué es lo que hace buena una obra de arte?
Preguntas típicas de la estética son: “¿Qué es lo que hace bellas a las cosas?”, o “¿Existen patrones estéticos?”, o “¿Qué relación hay entre las obras de arte y la naturaleza?”.
Hace posible esta afección, que posee un carácter experiencial, y no puramente conceptual
El sentir estético es un sentir abierto a la naturaleza y al arte. Conocer la belleza no es almacenar impresiones sobre naturalezas u objetos bellos, sino participar en su descubrimiento y creación.
Encuentro que no consiste en asimilar, integrar o almacenar la belleza que nos proporciona la naturaleza o el arte, sino en participar en el mundo natural y en el mundo artístico.