作者:Monica Idrobo Calvache 1 年以前
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Los investigadores encontraron que, gracias al efecto antiinflamatorio y restaurador de la barrera de grasa en la capa superficial de la piel, podría considerarse un nuevo ingrediente en el tratamiento de la dermatitis atópica.
Si bien la ingesta a corto plazo de equinácea se considera segura, —siempre y cuando la persona no tenga contraindicaciones alérgicas a la planta—, puede resultar contraproducente para quienes tienen enfermedades autoinmunes. Al aumentar las defensas del organismo se incrementa el daño celular ocasionado por los anticuerpos del individuo contra sus propios tejidos.
El futuro de los usos médicos de la equinácea parece prometedor. Los científicos buscan llegar a una estandarización que resultaría en un mejor control de calidad en las diferentes etapas de su cadena de producción, desde el cultivo hasta el empaquetado para la venta final.
El Centro Nacional de Salud Complementaria e Integral de Estados Unidos financia una investigación para identificar los componentes activos y estudiar en el cuerpo humano el efecto de sustancias presentes en bacterias que viven en las plantas de equinácea.
Estudios recientes sobre la equinácea confirman que la raíz posee propiedades inmunomoduladoras, que actúan sobre la activación de diferentes células de la inmunidad1,2,3,4. Esta acción se debe a la sinergia de las dos principales familias de activos de la raíz, las alquilamidas y los polisacáridos. Además, sus propiedades antibacterianas y antivíricas la convierten en una planta importante en la prevención de las infecciones ORL de repetición5.