przez Benjamin Romero 3 lat temu
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El herido lanzó un grito de dolor y de sorpresa, mientras apretaba la desgarrada mano con la otra. Casi al mismo tiempo, Matt lanzó un terrible juramento y acudió de un salto en su auxilio. Colmillo Blanco, muy agachado, con la misma excitación de antes, mostrando los dientes y lanzando amenazadoras miradas, retrocedió, apartándose a un lado. Ahora sí que podía esperar una paliza descomunal, peor que las de Smith.
Weedon Scott creía que tendría tiempo de retirar rápidamente la mano, pero no fue así, y una vez más tuvo que convencerse de la estupenda celeridad de Colmillo Blanco, que le clavó los dientes con la presteza de una serpiente.