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作者:Adriana Nieto 4 年以前

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Profesión de Abogacía

Profesión de Abogacía

Profesión de Abogacía

Historia y evolución

Evolucion
A lo largo de la historia, el mundo laboral ha ido evolucionando conforme evolucionaba la economía y la población, ajustándose a las necesidades de la sociedad. De esta forma cada sector se reestructuraba solo, innovando, avanzando, y amoldándose a las nuevas demandas de la época. Cada uno se desarrollaba mas en unos determinados aspectos que en otros, en concreto el sector legal, ha evolucionado debido a diferentes factores como el uso de internet, el nuevo perfil del jurista debido al número de carreras complementaria que existen junto al derecho o la importancia de la marca personal y del marketing a la hora de vender un despacho.

El avance legislativo hizo que la Abogacía fuera naciendo como profesión especializada. El hombre podía ser alfarero, carpintero y herrero. Podría ser agricultor, mercader y funcionario público. El abogado era abogado, un estudioso de las leyes y los hechos a los cuales se aplicaba.

El avance de la Abogacía como profesión ha sido tan vertiginoso como la evolución del hombre. La consagración de la democracia como forma de gobierno globalizada, que tiene al Poder Judicial como uno de sus pilares, y a los abogados como auxiliares de éste, hace pensar como una utopía pensar en un mundo sin abogados, como mediadores entre los conflictos particulares o públicos. Muchas decisiones que antes se tomaban aisladamente o en un grupo cerrado, hoy son consultadas al abogado de confianza, por las distintas consecuencias que la misma puede traer aparejada, por todo el conglomerado normativo que hoy regula la vida en sociedad. Sin perjuicio de las valoraciones que cada uno haga de la actualidad, tal ha sido la evolución legislativa que por chistes o cuentos que se exteriorizaban años atrás, hoy una persona puede terminar dando explicaciones en el INADI, debiendo justificar por qué dijo tal o cual cosa.

Historia
al remontarnos hasta Egipto, descubrimos que en el sistema legal de esta antiquísima cultura no existió la defensa con abogado. Durante el proceso, las partes se dirigían por escrito al tribunal, explicando su caso, el que luego de hacer el estudio pertinente, emitía la sentencia. El hecho que no existiera un defensor en el sistema legal se debió a la idea que tenían los egipcios respecto a los juicios orales, en donde un intermediario podía asumir la defensa; y es que la jurisprudencia de la época, encontrada en un antiguo papiro, decía que la presencia de un orador hábil podría influir sobre las decisiones de los jueces y hacerles perder objetividad.

En Babilonia también existió la administraciónde justicia, tanto en el período sumerio comoen el acadio, y desde luego existierontribunales pero como en Egipto, tampoco huboese intermediario que los romanos, muchossiglos después, llamaron Advocatus.Las partes recurrían a los jueces y luegoapelaban al rey o emperador, según las épocashistóricas. El rey, que era el brazo de la justicia,tenía la última palabra. Igualmente, entre loshebreos, el sistema legal tampoco se distinguióde los anteriores.

En los canales judiciales de la China y la Indiatampoco figura un ejercicio similar al de abogado.Empero, había notarios e intermediarios queactuaban como fiscales. Muchos tratadistas delsistema judicial chino sostienen que este puebloestaba bien informado sobre las leyes escritas ynormas consuetudinarias que les permitía plantearsu defensa en función de este conocimiento.Además, periódicamente las autoridades judicialeschinas publicaban las decisiones de los tribunalescon las leyes que había aplicado para cada caso, loque permitía una mejor información. En la India,tanto en el período budista como en el brahmánico,tampoco existió la figura del defensor.

También como en Grecia, se les llamó“oradores” o “voceris”, porque era propiode su oficio el uso de voces y palabras. Como en ninguna sociedad del mundo antiguo,los romanos permitieron que ciertas mujeres,las de la clase alta, pudieran ejercer la abogacía.La historia nos ha conservado el nombre de tresgrandes abogadas romanas: Amasia, Hortensiay Afrania, llamada también Calpurnia, esposa dePlinio “El Joven”.

Muy diferente fue la situación del abogado enFrancia. Su papel fue preponderante en lasociedad, respetando y acatando las leyes. La “Ciudad de los Reyes”, el 13 de Septiembre de1538, tres años después de haberse fundado Lima,el Cabildo, preocupado por los conflictos entrepartes decidió que era indispensable laintervención de abogados y procuradores en loslitigios. En conformidad con este criterio seprocedió a nombrar por pregones en la plazapública dos defensores, don Alonso de Navarrete ydon Pedro de Avendaño, los primeros abogadosque registra nuestra historia oficial.

Nacimiento de la abogacia

El origen de esta profesión es tan antigua como el mundo mismo, por­que en todas las épocas la ignorancia ha sido patrimonio de la mayoría de los hombres y siempre la injusticia se ha ensañado en contra de ellos. Pero también en todos los tiempos algunas personas se han dis­tinguido, por su celo y su talento y a ellos acudían los desamparados convirtiéndose en sus patrones y defensores.
Cinco siglos antes de Jesucristo, en la India, surge el primer codifica­dor, que se llama Manú, el cual realiza disposiciones normativas enteramente precisas. En un todo jurídico, homogéneo, el Manú plasma en sus leyes una recopilación de usos ancestrales, en fórmulas concretas, ordenadas en libros y versículos. Podemos afirmar que el primer jurista legislador que se conoce es Manú, puesto que la India fue la primera civilización y cultura que logró proporcionar inicialmente una codificación de normas jurídicas perfectamente concretadas.
En Caldea, Babilonia, Persia, Egipto, la defensa de los intereses de los particulares estaba encomendada a los sabios, quienes hablaban ante el pueblo congregado, patrocinando sus causas.
La abogacía en Grecia, en una primera época estuvo encomendada a personas que, con sus conocimientos de oratoria causaban impacto ante el areópago, o ante otros tribunales, posteriormente la abogaría empieza a adquirir forma de profesión y se señala a Pericles como el primer abogado profesional.
En Roma, al principio, la defensa no se atribuía a profesionales sino que era consecuencia de la institución del patrono, pues el patrono estaba obligado a defender en juicio a su cliente. La posterior comple­jidad de los derechos romanos más evolucionados hizo necesaria la formación de técnicos que fueron a la vez grandes oradores y juriscon­sultos. El foro adquirió su máximo esplendor durante la República, hasta el punto de que los Pontífices eran elegidos entre los profesiona­les de la abogacía quienes se llegaron a organizar corporativamente en los Colegium Togatorum.

La función del abogado a lo largo de la historia ha sido una de las actividades más importantes y una de las profesiones más nobles que han existido. Los justiciables siempre han necesitado de alguien que por su prestigio o sapiensa los asesoren o se encarguen de hacer valer sus derechos frente a los órganos jurisdiccionales, pero principalmente el que indudablemente impere la justicia en sus causas.

Tendencias de la abogacía

Actualmente el mercado se encuentra en una situación de alta competitividad en la que se lucha por la diferenciación, es necesario saber llegar a la gente, y más en aquellas profesiones que, como la abogacía, siempre están sujetas al contacto personal. Con el tiempo se ha creado un nuevo perfil “el abogado del siglo XXI”.
El mejor solucionador de problemas es aquel que los detecta rápido, según los gurús del management Daniel Pink y Tina Seelig. Por eso, los abogados necesitan dedicar más tiempo a explorar e identificar los problemas con sus clientes y compañeros antes de intentar resolverlos.
La diversidad en todas sus formas (incluyendo raza, género, orientación sexual, edad, experiencia, etc.) contribuye de forma determinante a encontrar mejores soluciones y propuestas más creativas.
Los clientes están demandando a sus abogados que colaboren con ellos, así como con otros proveedores de servicios legales, de una forma diferente. Hay que tener en cuenta que las expectativas que no se fijan, no se pueden alcanzar. Para trabajar bien conjuntamente se requiere compromiso con el propósito, llegar a acuerdos y gestionar bien los tiempos.
Todo abogado necesita aprender a innovar, incluso aunque su modelo de negocio no esté roto y funcione, ya que en el proceso se perfeccionan tanto la mentalidad, como las habilidades y los usos que el cliente desea.
Los clientes (tanto grandes empresas como start up) buscan una colaboración más estrecha con sus abogados. Más que una asesoría jurídica paralela a su actividad, quieren una colaboración integrada. Para poder ofrecer este tipo de servicio, los abogados necesitan recibir formación multidisciplinar y sobre habilidades de colaboración.
Algunas de las competencias que destaca el sector son el pensamiento crítico e innovación; el aprendizaje activo; y la creatividad e iniciativa. Será necesario, entre otras cosas, crear contenidos para los programas de derecho y usar nuevos métodos de enseñanza.
Los despachos, asesorías de empresas y proveedores de servicios jurídicos alternativos se centran en buscar profesionales con una formación multidisciplinar que vaya más allá del derecho, y que incluya elementos adicionales a la ya tradicional formación en administración de empresas y gestión, como por ejemplo tecnología e innovación.
Los bufetes más tradicionales están invirtiendo recursos en innovación y buscan el apoyo de las universidades y escuelas de derecho a través de sus programas, profesores e investigadores.
Aparecen nuevos competidores para los despachos tradicionales (proveedores de servicios jurídicos alternativos) y éstos necesitan abogados con habilidades distintas a los de los bufetes. Estos nuevos operadores jurídicos se preguntan si las facultades de Derecho formarán a los abogados con un perfil diferente.

Concepto de Abogado

Es aquella persona que ejerce profesionalmente defensa (judicial) de las partes en juicio y en toda clase de procesos judiciales y administrativos. Además, asesora y da consejo en materias jurídicas. En la mayoría de los ordenamientos de los diversos países, para el ejercicio de esta profesión se requiere estar inscrito en un Colegio de Abogados, o bien tener una autorización del Estado para ejercer.