Las sociedades modernas enfrentan una creciente aceleración en el ritmo de cambios tecnológicos y sociales, lo que provoca una sensación de shock y dificultad para adaptarse. Esta situación de constante transitoriedad desafía el equilibrio psicológico y emocional de las personas, ya que deben sobrevivir a una sobrecarga informativa y a la rápida obsolescencia de sus conocimientos.