por Nancy Lopez hace 3 meses
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La observación La observación está en la base de las técnicas de evaluación. Se centra en la obtención de información sobre las conductas y los acontecimientos normales de los alumnos, entendiendo por conducta un amplio espectro de manifestaciones, actividades y situaciones que reflejan la forma de ser y de actuar de los alumnos a la que no es posible acceder a través de pruebas estandarizadas. La observación se realiza, generalmente, en situaciones naturales del quehacer diario en el aula y en el centro escolar, y permite conocer los aspectos motrices, los intereses, las actitudes, las habilidades y destrezas, la adaptación, etc. La observación permite el estudio del comportamiento espontáneo de los alumnos que se manifiesta en conductas observables, que serán recogidas mediante instrumentos de observación, generalmente elaborados especialmente para la ocasión. El observador, en este caso el profesor, mediante su percepción visual y auditiva registra la aparición de una serie de comportamientos que serán objeto de análisis. Dadas sus características, la observación es una técnica fundamental y amplia que comprende un conjunto de técnicas observacionales para evaluar a los alumnos de cualquier edad, ya que aprender a observar implica aprender a mirar lo que el alumno hace, para anotar objetivamente lo que ocurre. Un profesor que logre desenvolverse bien como observador podrá tener a su disposición una gama de datos confiables que le servirán de base para las evaluaciones sistemáticas de los alumnos. Ahora bien, para que la observación de la conducta de sus alumnos realizada por el profesor sea efectiva, es fundamental que dicho profesor posea un amplio conocimiento de las características evolutivas socio-afectivas y cognitivas de sus alumnos, y que tenga un diseño previo que priorice la información que necesita, que será la base para el análisis de las observaciones realizadas y de las posteriores conclusiones. De no ser así, es muy difícil que pueda discriminar entre aquellas conductas que deben o no ser observadas, y es muy posible que invierta mucho tiempo y trabajo en registrar hechos que no son significativos, (no relevantes para una evaluación), mientras que le pasan desapercibidas otra serie de conductas que sí deberían ser registradas con detenimiento. 3.1.1. PROCESO DE LA OBSERVACIÓN Con el fin de que la observación resulte eficaz a los fines de la evaluación educativa, es necesario tomar en consideración los siguientes aspectos de su proceso: 1. Plantearse qué aspectos se van a observar y qué instrumento de evaluación es el más adecuado para tal fin. No solo interesa qué conductas vamos a observar, sino también, qué aspectos de la conducta registraremos. Así por ejemplo, puede interesarnos: • Describir la conducta o acción y su análisis funcional: adecuación del objetivo, elementos que intervienen, aspectos asociados a determinada conducta, dirección de la misma, etc. • Registrar parámetros de la conducta, lo que permitirá una mejor valoración: ritmo, latencia, intensidad, duración, frecuencia, etc. • Observar el contexto en el que se produce la conducta, etc. 2. No calificar, en principio, las conductas observadas. Lo ideal es describirlas con el fin de contar con datos objetivos, minimizando de esta manera la subjetividad del observador. 3. La observación debe tener un alto grado de fiabilidad: dos o más observaciones de la misma conducta del alumno realizadas en cortos períodos de tiempo deben darnos resultados similares. Obtendremos registros fiables realizando las observaciones en cortos períodos de tiempo, ya que si las hacemos muy distantes una de la otra, la conducta del alumno puede ir variando debido a muy diversas circunstancias. 4. La observación debe tener un alto grado de validez: debemos asegurarnos de que las conductas que vamos a observar en el alumno son en realidad componentes del aspecto que queremos evaluar. 5. El observador debe saber seleccionar los hechos relevantes que merezcan ser observados. Dentro del aula, es imposible observar y registrar todo lo que sucede en ella. El profesor debe saber captar los hechos más significativos con el fin de registrarlos en el momento adecuado. 6. El profesor debe realizar las observaciones en un ambiente espontáneo y natural, de manera que se minimicen las posibilidades de que el alumno modifique su conducta como consecuencia de sentirse observado. En un ambiente de normalidad, el alumno actúa con mayor espontaneidad, y por lo tanto, las observaciones son más confiables. 7. Con el fin de reducir al mínimo las dificultades del observador al registrar las conductas de los alumnos, es aconsejable la utilización de abreviaturas y signos que faciliten el trabajo del profesor. Para ello, el profesor puede diseñar su propio código, y de esta manera es posible agilizar más el proceso de registro. 8. Observar a los alumnos no implica registrar su comportamiento durante horas. Esto no es práctico y muchas veces no es factible. Lo ideal es planificar un programa de registros de las observaciones de los alumnos estableciendo aspectos a observar, número de observaciones, tiempo, etc. Teniendo por igual un sentido de intencionalidad, oportunidad y discreción. METODOLOGÍA DE LA OBSERVACIÓN La metodología de la observación es la forma con la que se aborda la observación y estudio del comportamiento espontáneo de los alumnos mientras se desenvuelven en sus contextos naturales (hogar, grupo de amigos, escuela...). Se basa en la percepción y el análisis de la realidad y de las conductas que expresan los alumnos sometidos a estudio, y está relacionada con elementos organizativos y con la forma de disponer la observación. Desde esta perspectiva, podemos hablar de: • Observación no participante. • Observación participante. • Participación-observación. • Auto-observación. Hablamos de observación no participante cuando entre ambos agentes hay una máxima distancia, la accesibilidad al sujeto observado es difícil y no se establece ningún tipo de interacción entre ellos. Generalmente existe incluso una distancia física, ambos se encuentran separados por un espejo-cristal o es una cámara la que ofrece la visión del comportamiento. Es la modalidad con mayor grado de objetividad en el registro de las conductas. En la observación participante el sujeto observador puede dirigirse a la persona observada, comparten el mismo espacio físico pero no participan en las mismas actividades. Es fácil que en este caso el sujeto se sienta observado y su conducta se vea modificada, por tanto la objetividad será menor. La participación-observación se caracteriza por que el sujeto observador intenta integrarse en el entorno natural del sujeto observado, participando con él en las mismas actividades. De este modo el sujeto no se siente tan analizado, pero se corre el riesgo de que el observador llegue a interpretar la conducta de modo subjetivo al no mantenerse al margen. La auto-observación se sitúa en el otro extremo del continuo, donde el sujeto observador analiza sus propias vivencias. Sin embargo, esta modalidad no se considera un método científico, pues uno de los requisitos a cumplir es que las conductas registradas sean perceptibles. Los datos obtenidos como consecuencia de la observación de las conductas observadas, en una u otra modalidad de observación, deben recogerse mediante instrumentos de observación que garanticen su fiabilidad (generalmente elaborados especialmente para la ocasión o circunstancia) y registrarse, para someterlos más tarde a los análisis necesarios para llegar a unas conclusiones o resultados. Un aspecto de gran importancia, dentro de la metodología de la observación, es el registro. El registro está sometido a diferentes amenazas que pueden hacer incluso que los datos recogidos se invaliden, por lo que el rigor y la búsqueda de precisión serán dos premisas básicas durante la recogida de datos. Para alcanzarlos hay que eliminar o neutralizar al máximo los sesgos que amenazan la observación. El sesgo se entiende como una distorsión o pérdida de objetividad en la recogida de datos que proporciona una visión parcial y sesgada de la realidad que está siendo observada. Los sesgos pueden afectar a todos los agentes, y sus registros pueden estar condicionados por las ideas previas sobre el sujeto observado y distorsionar la interpretación de sus actos. Suele producir una interpretación de las conductas percibidas y una pérdida de veracidad en los datos recogidos. Y por otra parte, la persona observada también puede ver modificada su conducta al sentirse examinada, proporcionando así información que no refleja su modo natural de actuar. Un modo de evitar el sesgo consiste en proceder al registro simultáneo de dos observadores. Es necesario lograr concordancia y acuerdo para evitar que se produzcan sesgos, entendiendo por concordancia el grado de ajuste que existe entre los registros realizados por diferentes observadores durante un mismo periodo de tiempo, desde la misma perspectiva y con el mismo instrumento de registro. Es una manera de garantizar que lo recogido es verídico, pues los registros de dos observadores deberían coincidir. También se puede hablar de una concordancia intra- observador, para referirnos al grado de ajuste entre los registros de un mismo observador obtenidos durante distintos momentos. La concordancia y el acuerdo se emplean como coeficientes. La diferencia es que el primero se expresa a modo de porcentaje (por ejemplo, un grado de concordancia del 95%); y el acuerdo se expresa mediante un índice de covariación (generalmente correlación lineal o de Pearson). 1. Las principales ventajas que presenta la metodología de la observación son: • Su aplicabilidad es muy amplia en evaluación educativa, en ciencias sociales y en ciencias del comportamiento. • La objetividad en el registro está garantizada si se siguen una serie de requisitos e incluso se graban las sesiones. • Permite obtener información directa de la conducta de los alumnos sin que exista ningún tipo de orden o mandato (típicos a la hora de realizar un test o entrevista), proporcionando datos sobre su comportamiento libre y espontáneo. • Proporciona información sobre el entorno en el que se producen las conductas. En ocasiones, el análisis del contexto (hechos que acontecen, personas con las que interacciona, etc.) es crucial para comprender las manifestaciones del individuo. Los inconvenientes con que cuenta la observación son: • Esta técnica está limitada al estudio de conductas que sean perceptibles mediante el sentido de la vista o del oído (comportamientos, gestos, movimientos, gritos...). Por tanto no será adecuada a la hora de evaluar procesos cognitivos. • Es apropiada para aplicarla a un solo sujeto o a un grupo reducido, pues requiere la dedicación y atención continuada del observador. • Se precisa de tiempo para obtener varios registros observacionales. Es necesaria una continuidad temporal hasta conseguir datos suficientes y poder realizar el análisis. • La presencia del observador puede generar un efecto de reactividad. El sujeto, al saberse observado, puede no comportarse de manera natural o espontánea. Hay que tener en cuenta que cuando se realiza el registro, se establece una relación entre el observador y el observado, por lo que entre ellos puede existir una distancia mayor o menor. Se hace necesario, por tanto, hacer una ordenación de la multitud de conductas que pueden ser observadas, para ello las ordenaremos siguiendo el criterio de nivel de respuesta del sujeto: 1. Conducta verbal o lingüística: centrada en el análisis del contenido de los mensajes verbales (léxico, sintaxis...). 2. Conducta vocal o extralingüística: todo lo relacionado con el modo en que se emiten los mensajes verbales (tono, volumen, entonación...). 3. Conducta no verbal: engloba el amplio abanico de la expresión corporal; movimientos de brazos y piernas, expresión facial, tics, conducta gestual, postura del sujeto... 4. Conducta proxémica: dirigida a la observación de la ubicación que toma el sujeto dentro de un espacio (se posiciona en el centro del recinto, en los márgenes...) y a sus trayectorias y desplazamientos. Una vez clasificadas las posibles conductas, es necesario delimitar con mucha precisión qué vamos a observar, para elaborar un instrumento de registro adaptado, ya que cada posible conducta que pueda aparecer y sea de nuestro interés, deberá estar presente en el instrumento. En este sentido, se denomina unidad de conducta a la cantidad menor de información que podemos aislar; por ejemplo, levantar la mano en clase. Las unidades de conducta deben constituir los elementos de análisis o ítems que aparecerán en el instrumento de registro. Esta unidad, que establecemos arbitrariamente, permite cuantificar el número de veces que se produce una conducta en un tiempo fijado. El tamaño de la unidad de conducta dependerá del objeto de estudio, y puede abarcar desde las conductas más simples (aquellas que constan de un solo movimiento, gesto, palabra, etc.) a las más complejas (constan de una sucesión de actos, palabras, etc.). Cuanto más específicas sean las unidades de conducta, mayor será la objetividad del instrumento de registro, aunque también quedará más desvertebrado. Cuanto más polarizadas o globales, más posible será la subjetividad del observador a la hora de registrar las conductas y mayor el peso interpretativo, aunque posibilitará una mejor estructuración del registro. 3.1.3. FASES DE LA OBSERVACIÓN Al ser la observación una técnica que combina la flexibilidad y adaptabilidad a cada situación con el rigor científico, se compone de una serie de fases ordenadas que siguen una lógica en su desarrollo. 1. Delimitar el problema: una vez que se acote el objeto de estudio, será necesario realizar una sesión de observación exploratoria para delimitar qué nos interesa registrar; se trata de un primer acercamiento a la situación de análisis en el que se fija el marco teórico de referencia para la posterior interpretación de los datos. 2. Recogida de datos y optimización del instrumento de registro: Durante el transcurso de las sesiones de recogida de datos surgirán hechos que provocarán el ajuste de nuestro instrumento. Una vez elaborado, deberemos someterlo a prueba y comprobar que se adapta perfectamente a nuestras necesidades. Además en esta fase habrá que tomar decisiones acerca de numerosos aspectos relevantes para la investigación: • Periodo de observación: durante cuánto tiempo se van a realizar los registros de observación (una semana, un mes, un curso escolar). • Periodicidad de las sesiones: qué espaciamiento tienen entre sí las sesiones. • Duración de cada sesión: Las sesiones de observación deberán ser breves (no más de cinco minutos), es aconsejable debido a la atención continua y plena dedicación que se precisa mantener durante el tiempo de registro. • Número de sesiones necesarias: teniendo en cuenta que algunas serán anuladas por no cumplir los requisitos, será preciso tener el número suficiente de registros para garantizar la objetividad y veracidad de los datos. • Requisitos básicos que deben cumplir: Todas las sesiones se ajustarán a unas exigencias de homogeneidad con el fin de que los registros puedan agregarse entre sí y analizarse conjuntamente. Las sesiones que no cumplan estas exigencias serán desechadas con el fin de no distorsionar los análisis posteriores. 3. Análisis de datos: Un vez obtenido el suficiente número de sesiones válidas procederemos al análisis de los datos. Se trata de transformar correctamente la información cualitativa que hemos recogido durante las sesiones de observación en datos cuantitativos, siendo nuestra finalidad obtener unos parámetros que nos ayuden a comprender mejor las conductas observadas. Y de estos parámetros básicos, hay tres que se relacionan entre sí: • Frecuencia: entendida como el número de veces que acontece una conducta en una unidad de tiempo determinada. • Orden: que ofrece información sobre la secuencia de conductas que se produce a lo largo de una sesión. • Duración: que nos dice la cantidad de tiempo que abarca cada secuencia de conductas. 4. Interpretación de los resultados: se trata de poner en relación los resultados obtenidos con el problema inicial, de forma que alcancemos un mayor conocimiento del mismo. El ideal sería lograr conocer las circunstancias que provocan las conductas para así poder anticiparnos a ellas incluso evitar su aparición