MANUAL DEL PERFECTO IDIOTA LATINOAMERICANO
7 CUBA: UN VIEJO AMOR NI SE OLVIDA NI SE DEJA
La relación sentimental más íntima y duradera del idiota latinoamericano es con la revolución cubana. Es un viejo amor que ni se olvida ni se deja. Un amor antiguo y profundo que viene desde el fondo de los tiempos. Concretamente, desde 1959, cuando un torrente de barbudos, en cuya cresta flotaba Fidel Castro, descendió desde las montañas cubanas sobre La Habana.
En realidad Cuba no era un garito. Eso es falso. En La Habana había una docena de casinos, en los que ciertamente no faltaba la incómoda presencia de la mafia americana, pero ése era un fenómeno de mínimo alcance sobre la sociedad cubana, perfectamente erradicable, como logró hacerlo, en su momento, por ejemplo, la vecina isla de Puerto Rico.
En torno a los casinos tampoco es falso había gángsters, entre otras cosas, porque no es un negocio que suele animar a los padres dominicos, pero hubiera bastado la acción judicial de un gobierno decente para ponerlos en fuga.
En primer lugar, no hay bloqueo alguno. Existe, sí, una prohibición que impide a las empresas de Estados Unidos comerciar con Cuba y a los ciudadanos norteamericanos gastar dólares en la Isla. A esa prohibición en el argot político se le llama embargo, y tuvo su origen cuando se produjeron las confiscaciones de las propiedades norteamericanas en Cuba a principios de la década de los sesenta.
En aquel entonces las propiedades fueron confiscadas sin compensación y el gobierno norteamericano reaccionó decretando, primero, la renuncia a la compra del azúcar cubano, y luego prohibiendo a sus compañías comerciar con la isla caribeña. Más adelante se añadieron otras restricciones menos importantes, como la de prohibir tocar puerto norteamericano durante seis meses a cualquier barco que antes haya atracado en puerto cubano.
6 EL REMEDIO QUE MATA
¡Qué bien suena esta afirmación! El perfecto idiota latinoamericano la propaga en foros y balcones suscitando inmediatos aplausos. Y realmente, a primera vista, parece un concepto plausible. Le permite, además, al idiota latinoamericano presentarse como un hombre de avanzada, haciendo suya una idea cara al populismo de este continente: si la pobreza es el resultado de un inicuo despojo perpetrado por los ricos; si los pobres son cada vez más pobres porque los ricos son cada vez más ricos; si la prosperidad de éstos tiene como precio el infortunio de los primeros, nada más natural que el Estado cumpla el papel justiciero de defender los intereses de la inmensa mayoría de los desposeídos frente a la inaudita voracidad de unos cuantos capitalistas.
A fuerza de repetir esta aseveración, que vibra como una meridiana verdad en el aire febril de las plazas públicas, el perfecto idiota termina creyéndosela. Si la dijese sin considerarla cierta, sería un cínico o un oportunista, y no simplemente un idiota refutado contundentemente por la experiencia concreta.
Estado interventor y regulador, supuesto corrector de desigualdades económicas y sociales, también es el padre de una burocracia frondosa y parasitaria por culpa de la cual las empresas del Estado son entidades costosas, paquidérmicas, profundamente ineficientes. Están corroídas por el clientelismo político. Están infestadas de corrupción. A través de precios, tarifas y gravámenes elevados, prestando siempre muy malos servicios, extorsionan a la sociedad civil, fomentan el déficit fiscal y por esta vía, la inflación y el empobrecimiento.
Tal es la realidad que el perfecto idiota no quiere ver. Por eso da como solución más Estado, más regulaciones, más controles, más dirigismo lo que es causa fundamental de nuestros problemas. Equivale al médico insensato que diera a un hipertenso una medicina que le aumentara la tensión arterial.
5 CREAR DOS, TRES,CIENVIETNAM
Terremotos, cataclismos, maremotos, infartos, aneurismas, accidentes aéreos y muchas otras formas ajenas al control humano capaces de producir cambios en una sociedad.
En América Latina, el morral del revolucionario, al que se creía cargado de bondades, ha estado invariablemente lleno de cenizas. Las cenizas de la destrucción. Tanto si lograron tomar el poder como si no lo lograron (por ejemplo Castro y los Ortega, en el primer caso; Sendero Luminoso y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, en el segundo), los revolucionarios han sido incapaces de aprender la lección de nuestro siglo de totalitarismos.
Perseverantes en el error, contumaces idólatras del fracaso, se han cegado a las lecciones de la URSS y de media Europa y de todos los «movimientos de liberación» (formidable apelativo) surgidos en el mundo subdesarrollado después de la Segunda Guerra Mundial, y se han empeñado en hacernos creer que es posible una forma distinta, original, «autóctona», de socialismo revolucionario
4 SOMOS POBRES: LA CULPA ES DE ELLOS
Si este onanismo del sufrimiento fuera autóctono, quizá sería hasta simpático, un elemento entre otros de nuestro folklore político. Pero resulta que es importado de Europa, concretamente de una corriente de pensamiento que buscó, a comienzos de siglo, justificar el fracaso de la predicción marxista revolucionaria en los países ricos con el argumento de que el capitalismo seguía con vida por obra del imperialismo ransnacionales que no ofrecieron a tiempo sus servicios para venir a encontrar el oro y el cobre.
Hay materias primas latinoamericanas que, más que explotadas, son explotadoras de los ricos. El petróleo, por ejemplo, ha sido a lo largo de muchas décadas, un bien muy preciado que se hallaba en grandes volúmenes en algunos países de América Latina. Esos países, junto con otros cuantos, forman parte de un cartel internacional llamado OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) que un buen día, en 1973, decidió subir astronómicamente sus precios y poner de rodillas a los poderosos cuyas industrias necesitaban esta fuente de energía.
Un país como Venezuela ha sido tan explotado en los precios de su materia prima petrolífera que entre los años setenta y los años noventa recibió la «insignificante» cifra de ¡doscientos cincuenta mil millones de dólares! ¿Qué hizo con ese dinero? Lo que hizo es mucho más responsable de la pobreza venezolana que los precios que pagó el mundo por el petróleo de la Venezuela Saudita durante esos veinte años.
A mediados de los noventa la presencia norteamericana en nuestra economía ha empezado a crecer, como ha crecido la de otros países exportadores de capitales. Esto es una gran cosa. Primero, porque los dineros y la tecnología de los fuertes están ayudando a dar dinamismo a nuestros adormecidos mercados. Segundo, porque al haber competencia entre los poderosos por nuestros mercados, los beneficiarios son nuestros consumidores. Tercero, porque por fin nuestros quejumbrosos antiimperialistas empezarán a tener algo de razón. Aunque alguna vez el imperialismo económico la United Fruit y su respaldo militar en Guatemala en 1954, por ejemplo estuvo en condiciones de funcionar como miniestado dentro de territorio centroamericano, hay más ejemplos de gobiernos que han expropiado a los imperialistas o echado de sus países a los intrusos que venían ingenuamente a invertir en ellos que de acciones militares norteamericanas dirigidas a respaldar la posición dominante de alguna transnacional de América Latina.
Habría que añadir también que nunca una expropiación o una prohibición dirigida contra un inversionista norteamericano fueron por sí solas motivo para poner en marcha a los marines. ¿Qué mejor prueba de esto que la revolución cubana, que expropió a decenas de ciudadanos y empresas norteamericanas? Y el ulular perenne de Fidel Castro en favor del levantamiento del embargo norteamericano, ¿no es el mejor ejemplo de que el imperialismo económico es una fantasía? ¿Cómo se compadece la denuncia contra el imperialismo económico con la eterna súplica de que la economía de Estados Unidos deje de ignorar eso es lo que significa realmente embargo a este país caribeño?
3 LA BIBLIA DEL IDIOTA
Naturalmente, nos referimos a Las venas abiertas de América Latina, libro escrito por el uruguayo Eduardo Galeano a fines de 1970, cuya primera edición en castellano apareció en 1971. Veintitrés años más tarde —octubre de 1994— la editorial Siglo XXI de España publicaba la sexagésima séptima edición, éxito que demuestra fehacientemente tanto la impresionante densidad de las tribus latinoamericanas clasificables cono idiotas, como la extensión de este fenómeno fuera de las fronteras de esta cultura.
Incluso, si el señor Galeano o los idiotas que comparten su análisis fueran consecuentes con el antropomorfismo que sustentan, bien pudieran llegar a la conclusión inversa: dado que América Latina importa más de lo que exporta, es el resto del planeta el que tiene su sistema circulatorio a merced del aguijón sanguinolento de los hispanoamericanos. De manera que sería posible montar un libro contravenoso en el que apasionadamente se acusara a los latinoamericanos de robarles las computadoras y los aviones a los gringos, los televisores y los automóviles a los japoneses, los productos químicos y las maquinarias a los alemanes y así hasta el infinito. Sólo que ese libro sería tan absolutamente necio como el que contradice.
El problema y aquí viene la segunda conclusión es que Cuba, tras la desaparición del Bloque del Este, da muestras desesperadas de querer abrirse las venas para que el capitalismo le succione la sangre, mientras afronta su crisis final con medidas de ajuste calcadas del recetario del FMI. La Isla en efecto está pidiendo a gritos préstamos e inversiones exteriores para crear joint ventares en los que se despoja a los trabajadores del noventa y cinco por ciento de su paga, mediante el cínico expediente de cobrarle en dólares los salarios al socio extranjero, para pagarles a los obreros en pesos inservibles y devaluados que se cambian en el mercado negro a cuarenta por uno.
Esa Cuba que Galeano pone como ejemplo llora y presiona desde todas las tribunas a Estados Unidos para que levante su prohibición de comerciar el maldito embargo y regrese a explotar a los pobres cubanos, como es su cruel tradición. Y mientras hace esto, contradiciendo el recetario de Galeano, la Isla mantiene, a base de abortos masivos, la tasa de natalidad más baja del Continente, y la más alta de suicidios, pese a que es catorce veces más grande que la vecina Puerto Rico y proporcionalmente mucho más despoblada
2 EL ARBOL GENEALOGICO
La primera respuesta que afloró en casi todos los rincones del continente, tenía la impronta liberal de entonces. A la América Latina ya en ese momento, empezó a dejar de llamarse Hispanoamérica le iba mal porque heredaba la tradición española inflexible, oscurantista y dictatorial, agravada por la mala influencia del catolicismo conservador y cómplice de aquellos tiempos revueltos. España era la culpable
La más importante de sus proposiciones fue la siguiente: si en Europa el imperialismo era la última fase del capitalismo, en América Latina, como revelaba el análisis Espacio-Tiempo-Historia, era la primera. Había que pasar por una fase de construcción del capitalismo antes de pensar en demolerlo. Había que desarrollar a América Latina con la complicidad del imperialismo y por el mismo procedimiento con que se habían desarrollado los Estados Unidos.
Sin embargo, esta fase capitalista sería provisional, y estaría caracterizada por impecables formas democráticas de gobierno, aunque se orientaría por cinco inexorables planteamientos radicales expresados por el APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana) en su Manifiesto de 1924:
1) Acción contra todos los imperios. 2) Unidad política de América Latina.
3) Nacionalización de tierras e industrias.
4) Solidaridad con todos los pueblos y clases oprimidas. 5) ínter americanización del Canal de Panamá.
1 RETRATO DE FAMILIA
En la formación política del perfecto idiota, además de cálculos y resentimientos, han intervenido los más vanados y confusos ingredientes. En primer término, claro está, mucho de la vulgata marxista de sus tiempos universitarios. En esa época, algunos folletos y cartillas de un marxismo elemental le suministraron una explicación fácil y total del mundo y de la historia. Todo quedaba debidamente explicado por la lucha de clases. La historia avanzaba conforme a un libreto previo (esclavismo, feudalismo, capitalismo y socialismo, antesala de una sociedad realmente igualitaria). Los culpables de la pobreza y el atraso de nuestros países eran dos funestos aliados: la burguesía y el imperialismo.
Nuestro amigo, pues, se mueve en un vasto universo a la vez político, económico y cultural, en el cual cada disciplina acude en apoyo de la otra y la idiotez se propaga prodigiosamente como expresión de una subcultura continental, cerrándonos el camino hacia la modernidad y el desarrollo. Teórico del tercermundismo, el perfecto idiota nos deja en ese Tercer Mundo de pobreza y de atraso con su vasto catálogo de dogmas entregados como verdades. Esas sublimes boberías de libre circulación en América Latina son las que este manual recoge de una vez por todas en las páginas que siguen.
Familia y genealogía
En el capítulo “Retrato de familia” encontramos al ejemplar típico del “perfecto idiota latinoamericano”: es quien cree que los culpables de los problemas de nuestras naciones son “la burguesía y el imperialismo” y que somos pobres porque “ellos” son ricos. Su obligada y reiterada lectura es la vulgata marxista, suministradora de una explicación fácil y total del mundo.
8 EL FUSIL Y LA SOTANA
Se trata de bajar a la Iglesia del elitismo nefelíbata hacia la telúrica realidad. Y caer con un evangelio rojo bajo el brazo. La observación brillante que hace esta Iglesia con pretensiones de regresar a la tierra es que aquí abajo el asunto dominante es la lucha de clases: un grupo mayoritario de desposeídos es explotado por un grupo minoritario de privilegiados, microcosmos de otra injusticia más amplia, la de los países ricos contra los países pobres.
Se trata de bajar a la Iglesia del elitismo nefelíbata hacia la telúrica realidad. Y caer con un evangelio rojo bajo el brazo. La observación brillante que hace esta Iglesia con pretensiones de regresar a la tierra es que aquí abajo el asunto dominante es la lucha de clases: un grupo mayoritario de desposeídos es explotado por un grupo minoritario de privilegiados, microcosmos de otra injusticia más amplia, la de los países ricos contra los países pobres. El contexto en que esta observación se hace es la de los años setenta.
La «Iglesia popular» tiene brazos abiertos. Quiere meter en el saco a los demás, aunque sean de otras confesiones. Sus llamados a la libertad religiosa, claro, no son como los de los primeros cristianos, antes de que en el siglo iv el cristianismo se casara con el Estado, sino una convocatoria de «progresistas». El nuevo «ecumenismo» no es una reconciliación entre las distintas iglesias enfrentadas desde la separación de los «orientales», sino un llamado a la alianza revolucionaria, siempre enfrentada al enemigo de clase. Ecumenismo sin burgueses.
9 YANQUI, GO HOME
Los yanquis, para el idiota latinoamericano, desempeñan además, un rol ceremonial extraído de un guión nítidamente freudiano: son el padre al que hay que matar para lograr la felicidad. Son el chivo expiatorio al que se le transfieren todas las culpas: por ellos no somos ricos, sabios y prósperos. Por ellos no logramos el maravilloso lugar que merecemos en el concierto de las naciones. Por ellos no conseguimos volvernos una potencia definitiva
No obstante, es conveniente advertir que, desde la desaparición de la URSS, el intervencionismo político norteamericano ha disminuido al extremo de haberse hecho pública una no tan secreta «orden ejecutiva» del presidente Clinton prohibiendo las acciones encubiertas de la CÍA en América Latina desde principios de 1995. Lo que no supone que Estados Unidos se cruzará de brazos cuando crea que peligra la «seguridad nacional», motivo que explica la intervención en Haití en 1994.
¿Acaso porque la dictadura haitiana podía ser un «peligro» para los poderosos Estados Unidos? Por supuesto que no. La intervención se produjo por dos razones: para impedir el éxodo salvaje de boat people rumbo a las costas de la Florida y por los evidentes vínculos entre los militares haitianos y el narcotráfico internacional.
10 QUE LINDA ES MI BANDERA
El nacionalismo latinoamericano es, como los caballos y los jesuítas, o como el derecho y el castellano, una importación europea. Sólo que el nacionalismo es la importación que más caro nos ha costado. El que una filosofía inventada para justificar el aislamiento de una nación con respecto a las otras haya circulado tan extensamente por el mundo y se haya colado por las fronteras sin respetar los aranceles mentales, no es la única ironía. En América Latina el nacionalismo nació con la independencia y se consolidó a lo largo de la república, con un permanente fondo de música marcial y un inconfundible olor a gorila, y obtuvo, a mediados de este siglo, derecho de ciudad en materia económica cuando, haciéndonos eco de una tendencia tercermundista internacional, surgió la famosa teoría de la dependencia.
El idiota latinoamericano cree que Bolívar era algo así como un protorrevolucionario marxista. En sus sueños ve al Libertador agazapado en la maleza de la Sierra Maestra, envuelto en cananas cerca del río Magdalena o encendiéndole una mecha a Somoza en el trasero. No se ha tomado el trabajo de consultar la historia. Si lo hubiera hecho, habría descubierto, por ejemplo, que Marx, hombre a quien el Tercer Mundo, y en particular América Latina, le inspiraban boste zos de hipopótamo, tuvo el mayor de los desprecios por Simói Bolívar, a quien, citando a Piar, el conquistador de Guayana, llamó el «Napoleón de las retiradas».
En una carta a Engels se expresa acerca del Libertador con un ardor pasional del que seguramente no se excluía cierto racismo: «Es absurdc ver a este canalla cobarde, miserable, ordinario, puesto poi las nubes como si fuera Napoleón». Su recuento del paso de Bolívar por el escenario lo hubiera podido suscribir Fernando VII: «Detestaba —escribió en un artículo de 1858 para h New American Cyclopedia —cualquier esfuerzo sostenido, di modo que su dictadura pronto condujo a la anarquía militar. Los asuntos más importantes quedaron en manos de favoritos, quienes malbarataron las finanzas».
11 ELIDIOTA TIENE AMIGOS
Nuestro perfecto idiota no está solo. Tiene amigos. Amigos poderosos o influyentes en Estados Unidos y en Europa que toman las inepcias, las falacias, las interpretaciones, excusas y espejismos del idiota latinoamericano, las difunden en sus respectivos países y las devuelven a América Latina debidamente estampilladas por la conciencia universal. Parece increíble que mentiras truculentas, fabricadas en casa por ese rústico populista que es nuestro amigo el idiota, vengan desde los grandes centros de la cultura universal acompañadas, como los vinos, de un certificado de autenticidad.
Pero así ocurre. Así ha ocurrido siempre con las fábulas nacidas en América Latina, tal vez desde los tiempos de Cristóbal Colón.
Todo esto le parece a nuestros amigos una travesía insoportable del desierto, para emplear la expresión del señor Galand. Seguramente para todos ellos sería mejor ahorrarse esfuerzos y partir al asalto del cielo, es decir de la utopía, que ofrece a nombre de un Estado redentor pan, tierra, techo y prosperidad como si esas cosas estuviesen al alcance de un decreto, de una ley o de una toma del poder por la vía armada. Por ese camino, en realidad, no se va al cielo sino al infierno, y allí se quedará el señor Galand, lejos del infame Banco Mundial y al lado de los campesinos sin tierra, de los niños de la calle y de las mujeres que, aunque ello no sea de su agrado, tienen que vender su cuerpo para comer, como en La Habana de sus sueños, a lo largo del Malecón.
En América Latina, 180 millones de seres humanos sobre 400 millones viven bajo el umbral de la pobreza y 88 millones en la abierta miseria. Cuba es la excepción.
Gianni Mina, El continente desaparecido.
Después de cien años de efectiva hegemonía de la economía de mercado en América Latina, el panorama es desolador. El 70% de la población vive más allá del límite de la pobreza y el 40% (de ella) en la miseria. Un millón de niños desnutridos muere cada año en el continente. Cuba se ha atrevido a desmontar este mecanismo que hace de este continente, pero también de África y de Asia, continentes necrópolis.
En nuestros países se nace para morir. En Cuba no.
Fray Betto, ídem.
Fray Betto es un dominico brasileño, apóstol de la teología de la liberación y amigo de Castro, a quien le ha hecho una entrevista tan célebre y torrencial como la de Mina (y, entre paréntesis, también de rodillas). En pocas líneas, hay que reconocérselo, el barbudo fraile dominico sintetiza no sólo la tesis central cien.
12 AHI VIENE ELLOBO FEROZ
«Un fantasma recorre el mundo», decía Marx en su célebre Manifiesto refiriéndose al comunismo. Hoy, en el universo del perfecto idiota, ese fantasma que provoca espanto, odios y denuncias es el liberalismo. ¡Cuántos apostrofes le llueven! Con idénticas razones, lo condenan comunistas, so-cíaldemócratas o demócratas cristianos; jefes de Gobierno tan diversos como Castro, Rafael Caldera o Ernesto Samper; periodistas tan supuestamente bien informados como el director de Le Monde Diplomatique, tribales coroneles africanos o sofisticados escritores como Carlos Fuentes; guerrilleros, catedráticos, sociólogos, economistas, congresistas y sindicalistas de izquierda.
Obispos de la teología de la liberación, jóvenes maoístas o viudos octogenarios del cepalismo, y naturalmente los Galeanos, Benedettis, Dorfmans y demás evangelistas de nuestro perfecto idiota, para no hablar de su última figura emblemática, el comandante Marcos. Todos alzan su voz en un coro unánime de diatribas contra esta herejía de los tiempos modernos
El neoliberalismo no sólo representa la eternización de la dependencia, la fragmentación de nuestros países y el aumento sin freno de la pobreza, la marginalidad, la pérdida de recursos naturales, el intercambio desigual y la brecha tecnológica y científica. También representa sistemas políticos en los que la participación del pueblo en las decisiones no existe de hecho, o descansa sobre tan aterradoras injusticias sociales que los tornan vulnerables.
13 LOS DIEZ LIBROS QUE CONMOVIERON AL IDIOTA LATINOAMERICANO
Todo idiota latinoamericano posee una cierta biblioteca política. El idiota suele ser buen lector, pero, generalmente, de malos libros
Practica la endogamia y el incesto ideológico.
Tres categorías en las que estos textos se acoplan y refuerzan.
Establecen el diagnóstico fatal sobre la democracia, economía de mercado y pérfidos valores occidentales.
Dan la pauta y el método violento para destruir los fundamentos del odiado sistema.
Aportan un luminoso proyecto de futuro basado en las generosas y eficientes caracteristísticas del modelo marxista-leninista.
Las venas abiertas de América Latina. Eduardo Galeano, 1971.
Intenta describir las razones que explican los fracasos latinoamericanos en sus esfuerzos por escapar de la miseria tradicional que embarga a las masas. Unas veces los culpables son los ingleses, otras los norteamericanos, siempre los traidores locales.
El libro es un constante memorial de agravios montado desde el victimismo y la identificación de los villanos que nos martirizan cruelmente: los que importan nuestras materias primas; los que nos exportan objetos, maquinarias o capitales; las multinacionales que invierten y las que no invierten; los organismos internacionales de crédito (FMI, BID, BM, AID).
Hacia una teología de la liberación. Gustavo Gutiérrez, 1971.
La década de los sesenta fue marcada por la rebeldía y el «compromiso» en prácticamente todas las naciones de Occidente y en la casi totalidad de las actividades sociales.
Naturalmente, la Iglesia católica no era ajena a esta atmósfera, y mucho menos en América Latina, continente sacudido por la pobreza, la inestabilidad política y frecuentísimos actos de violencia. Percepción que comenzó a trascender desde el momento mismo 1959 en que Juan XXIII convocó al Concilio Vaticano II, gran congreso de príncipes y pensadores de la Iglesia del que saliera un cambio sustancialismo en la orientación de la Institución.
Dependencia y desarrollo en América Latina. Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto, 1969.
Fue escrito en Santiago de Chile en los años 1966 y 1967 a la sombra de la Comisión Económica para América Latina, la famosa CEPAL, y se le ve perfectamente ese origen cepaliano.
El propósito final tenía mucho más calado: averiguar por qué había fracasado la hipótesis principal de los economistas latinoamericanos más acreditados de los cuarenta y cincuenta.
Para leer al pato Donald. Ariel Dorfman y Armand Mattelart, 1972
En 1972 la idiotez política latinoamericana se vio súbitamente enriquecida con un libro fundado en una disciplina hasta entonces alejada de la batalla ideológica: la «semiótica», nombre con el que Ferdinand de Sassure designó a esa muy especulativa rama de la lingüística que se ocupa de descifrar los signos de comunicación vigentes en todas las sociedades.
Comunicación de masa y colonialismo.
En esencia, se trata de una aguerrida lectura ideológica desde la perspectiva comunista, aparecida, precisamente, en el Chile crispado y radicalizado del gobierno de Salvador Allende.
El hombre unidimensional. Herbert Marcuse, 1964
Marcuse nació en Berlín en 1898. En 1934 abandonó la revuelta Europa del nazi fascismo y se instaló en Estados Unidos, país en el que adquirió notoriedad como profesor de filosofía y pensador original.
El hombre unidimensional es la racionalización, desde el marxismo y el freudianismo, de como dice el subtítulo de su libro un duro ataque contra la ideología de la sociedad industrial avanzada. Una ideología que, aparentemente, desvirtúa la naturaleza profunda de los seres humanos, los aliena y los convierte en pobres seres conformistas, alelados por la cantidad de bienes que el sinuoso aparato productivo pone a su disposición, mientras secretamente lo priva de la libertad de elegir porque, finalmente, «la sociedad tecnológica es un sistema de dominación».
Los conceptos elementales del materialismo histórico. Marta Harnecker, 1969
La gran vulgata marxista publicada en América Latina apareció en 1969 de la mano de una escritora chilena, Marta Harnecker, radicada en Cuba desde la década de los setenta, tras el derrocamiento de Salvador Allende. En 1994 la editorial Siglo XXI de México publicó la quincuagesimonovena edición de Los conceptos elementales del materialismo histórico, dato que prueba la resistente vitalidad de esta obra (y la heroica terquedad de los marxistas), pese al descalabro de los países comunistas y el descrédito predecible en que cayeron los estudios marxistas a partir de 1989.
El libro de marras no es otra cosa que una buena síntesis de la parte no filosófica del pensamiento de Marx. Es un texto pedagógico para formar marxistas en un par de semanas de lectura intensa.
¿Revolución dentro de la revolución? Régis Debray, 1967
En la década de los sesenta, Régis Debray nacido en París en 1941 era un joven periodista francés, licenciado en Sociología, increíblemente maduro para su edad, seducido por las ideas marxistas y aún en mayor grado por la revolución cubana y el fotogénico espectáculo de una paradisíaca isla caribeña gobernada por audaces barbudos que preparaban el asalto final contra la fortaleza imperialista americana.
Revolución dentro de la revolución?, pero no como un ejercicio intelectual abstracto, sino como una importantísima tarea revolucionaria absolutamente deliberada.
Debray, sencillamente, era un soldado más de la guerrilla, aunque su encomienda no era emboscar enemigos sino justificar las acciones, «racionalizar» las herejías, escribir en los periódicos, difundir las tesis revolucionarias y abrirles un espacio a sus camaradas en los papeles del Primer Mundo.
La guerra de guerrillas. Ernesto («Che») Guevara, 1960
Ernesto Guevara, nacido en Rosario, Argentina, en 1928, y asesinado en Bolivia en 1967. Donde intentaba crear una guerrilla que convirtiera las selvas y las montañas latinoamericanas en un inmenso Vietnam,
Fue un médico aventurero, cuya vida engloba la delirante visión política que encandiló a nuestros más ilustres idiotas a lo largo de treinta años, hasta quedar convertido en un poster definitivo, posado para el fotógrafo Korda, en el que aparece con una mirada fiera y romántica, como si fuera un Cristo revolucionario retratado tras laexpulsion de los mercaderes del templo de la patria socialista.
Los condenados de la tierra. Frantz Fanón, 1961
Fue de gran impulso editorial que inicialmente tuvo este libro. El primero, fue su aparición en los momentos en que la guerra de independencia librada por los argelinos contra los franceses estremecía a ambos países, al punto de que la estabilidad institucional de Francia amenazaba con resquebrajarse.
Argelia era noticia en todas partes, y las simpatías universales no estaban con París o con los piednoir, sino con los árabes humillados y explotados.
La segunda, es que la obra apareció bendecida con un prólogo laudatorio y coincidente de Jean Paul Sartre, entonces cabeza indiscutible de toda la inteligencia occidental.
La historia me absolverá. Fidel Castro, 1953
Se trata del alegato que en su propia defensa hizo Fidel Castro durante el juicio que se le siguió tras el fallido asalto al cuartel Moneada el 26 de julio de 1953.